sábado, abril 19, 2008

Kirchner vuelve


Cuando asumió, envalentonado por los aires del sur e hipnotizado por la sorprendente sumisión de la clase política ante quien detenta el poder, el ex presidente, Néstor Kirchner, prometió terminar con la vieja política y conformar un movimiento transversal que incluya a todas las fuerzas progresistas del país.
Resultaba raro que un gobernador que ocupó cargos políticos desde la vuelta de la democracia, en 1983, cambiara de esa manera de discurso. Sobre todo si tenemos en cuenta que Santa Cruz era una de las tantas provincias argentinas con un sistema feudal y una conducción autoritaria y verticalista.
Quizás el largo viaje hasta Buenos Aires lo hizo cambiar de idea al entonces presidente, pero lo cierto es que el caudillo patagónico entró a la escena pública nacional prometiendo un cambio, diciendo que iba a desterrar al viejo partidismo y vaticinándole al Partido Justicialista un negro futuro: a partir de entonces iba a pasar a ser una fuerza como tantas otras dentro del Frente para la Victoria, una agrupación de vanguardia que contenía a radicales y socialistas, peronistas y representantes de las corrientes “centro”.
Pero los hechos, como a tantos otros líderes, lo pasaron por arriba: el frente “progresista” que había conformado no le garantizaba a su esposa, elegida para sucederlo, el piso tranquilizador de la mitad más uno de los votos. Los radicales no habían sido domados del todo, y sólo lo acompañaba un grupo menor, liderado por Julio Cobos, que no tenía demasiado peso en el partido; y las otras fuerzas eran muy débiles para poder albergar grandes esperanzas en ellas.
A partir de ese momento, todo cambió: los intendentes del Conurbano, aquellas “mafias” a las que tanto había criticado la actual presidenta, fueron convocadas a participar abiertamente en la campaña electoral, con la firme promesa de devolverles para sí el inmenso aparato del PJ, tan vivo como siempre.
Y así fue, el peronismo copó todas las listas, y los representantes de otras fuerzas debieron conformarse con lugares alejados de los puestos de decisión, cuando no una palmadita de aliento en la espalda.
A partir de allí comenzó el operativo retorno, la vuelta del mítico movimiento, controlado por un hombre que sabía que, si no se decidía a domarlo, lo iba a domar a él.
Ahora bien, este panorama abre hacia el futuro grandes interrogantes: ¿qué va a pasar con aquellas personas que realmente se alinearon al FpV por considerarlo una herramienta de cambio? ¿Adónde quedó ese sistema bipartidista integrado por una fuerza de derecha y otra progresista, de centro izquierda, prometido por K? ¿Qué va a pasar con aquellas agrupaciones que integran la Concertación Plural, aquel movimiento llamado a contener al PJ bajo el liderazgo de Kirchner? ¿El PJ de Kirchner será, simplemente, parte de aquel movimiento mayor. El patagónico permitiría eso? Claro que no.

El principio de las cosas
No superar en ninguna encuesta los 45 puntos de intención de votos, llevó al matrimonio K a tomar dos medidas a regañadientes: la primera, otorgarle la candidatura a gobernador bonaerense a Daniel Scioli, visto desde siempre como un enemigo en potencia; y devolverles todas las potestades al antiguo PJ.
A partir de allí, el escenario cambió por completo: la presidenta sabía que necesitaba de Scioli para ganar la elección sin sobresaltos, y en esta empresa necesitaba también de los intendentes del conurbano, quienes además, le iban a serle útil más tarde para condicionar al gobernador.
Y frente a este escenario, el paro del campo vino a empeorar aún más la situación: la tan mentada “contramarcha” no se podría haber hecho sin la colaboración de todos los caudillos territoriales del partido. Ese día, paradójicamente, se vio una imagen que podría muy bien graficar cuál es la situación actual de la denominada Concertación Plural: un Julio Cobos desconcertado, perdido, frente a miles de militantes peronistas que cantaban, V en alto, la “Marcha Peronista”.
Lo cierto es que en momentos de crisis, fue el PJ quien le prestó al Gobierno que lo quiso desplazar, la “manguera” para apagar el incendio. Y el Gobierno no dejó de reconocerlo, incluyendo en aquel acto todo lo que de simbólico tiene para el Partido: banderas, marchas, bombos, concentraciones masivas, etc; asegurándose que el retorno del PJ era claro, concreto e inmediato.

¿Qué será del FpV y la Concertación Plural?
Entre los ideales que traía Kirchner del Sur, uno de ellos era subsumir al viejo PJ bonaerense a su nuevo Frente para la Victoria. El PJ iba a ser una agrupación más dentro del entramando.
Muchos veían esta propuesta como “superadora” de los viejos partidismos que por tanto tiempo habían dominado la escena pública nacional. Sin embargo, fue la escena la que se impuso y la necesidad, ya se sabe, tiene cara de hereje.
Ahora bien, con Kirchner como presidente del PJ, ¿seguirá siendo este movimiento sólo un apéndice de otro mayor? En otras palabras, ¿el ex presidente se ‘bancará’ estar dentro de una estructura partidaria mayor?.
El mismo interrogante corre para los representantes de la Concertación Plural, fuerza compuesta mayoritariamente por radicales K y socialistas, que verán aguados sus deseos al saber al ex presidente no va a ser de la partida.
Lo cierto es que con la nueva jugada K, el gran pendiente seguirá siendo la ansiada reforma política y el sistema seguirá igual que antes.

La vacuidad del poder
Michel Foucault decía, con acierto, que el poder no se toma, deja, roba o copota, sino que se ejerce. Los centros de poder están ahí, intactos, esperando que alguien se anime a tomarlos, a ejercerlos para sí.
Difícil se torna el asunto para quien quiera modificar ese poder. Kirchner se dio de lleno contra esa barrera, y ahora aprendió de los errores.
Lo cierto es que en la actualidad, los grandes centros de poder político de la Argentina siguen concentrados en pocas instituciones, e intentar modificar esa situación es casi imposible.
Frente a esto, no nos queda otra que mostrar nuestra total desesperanza de que algo cambie alguna vez pues, como ya se ve, el sistema de partidos políticos actual sigue siendo tan inviolable como siempre. Ni siquiera el hombre que logró concentrar más poder que nadie desde el retorno de la democracia pudo doblegarlo.
En efecto, todo está dispuesto para una posible recomposición a mediano plazo de los partidos políticos tradicionales (PJ, UCR, Socialismo) con la supervivencia de otros espacios que emergieron en la época de crisis y que han logrado cierta consolidación en los últimos años, como la Coalición Cívica, de Elisa Carrió.
¿Es sano, esto, para la democracia? En principio, me atrevería a pensar que todo sistema partidista tiende a alejar aún más la ya larga brecha existente entre representantes y representados, y que el partido político tal y como ha sido usado últimamente en Argentina, sirve para todo menos para generar una cuna de consensos generalizados por parte de sectores de una misma procedencia ideológica. Pero Kirchner así lo dispuso, y por ahora, sólo por ahora, todo lo que él diga será palabra santa para muchos.

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