miércoles, febrero 21, 2007

La deuda institucional

Si bien en los últimos años se han dado a conocer, e incluso se han iniciado, varias obras de infraestructura para Chivilcoy, esto se produjo completamente disociado de otros procesos que son necesarios para el mejoramiento de la calidad institucional de la ciudad.
La obra pública, la principal (y única) bandera que presenta el oficialismo en este año electoral que se inicia, no fue acompañada, en estos tres años de gestión, de una construcción ciudadana que contribuya al debate y al mejoramiento de la calidad institucional chivilcoyana.
Todos los actos de gobierno se producen en un marco cerrado, casi sectario, mientras que el “hombre común” recibe las noticias a través de los medios de información, contentándose con leer o escuchar aquello que se hace para él.
Esta concepción verticalista de gobierno, que a lo largo de la historia demostró que nunca perduró en el tiempo, se construye en base a una visión distorsionada de la democracia, que tiene más que ver con el resultadismo propio de una competencia deportiva, que a la vieja y olvidada concepción representativa, aquello del “gobierno del pueblo”,según el significado griego del término.
Las elecciones son una competencia de popularidad, la cuestión es ganarle al otro, al opositor, humillar a aquellos que piensan diferentes; y no lograr el favor de una mayoría de votantes que depositan su confianza en ellos.
El caso paradigmático de esta deuda institucional es el Concejo Deliberante, cerrado al debate desde hace ya varios años.
Cuando el oficialismo logró la mayoría absoluta, en unas elecciones en las que los partidos opositores brillaron por su ausencia, el Concejo prácticamente cerró sus puertas y funcionó simplemente como un órgano de validación de las ordenes del Ejecutivo Municipal, negando incluso pedidos de informes que eran esenciales para mantener un mínimo de claridad política.
Sucedió con el caso de Esteban Mangino, el ex administrador del Hospital Municipal cuya renuncia generó demasiadas suspicacias como para que, independientemente de que si las versiones acerca de los supuestos ilícitos fueran o no verdaderas, mereciera una explicación, una aclaración oficial por medio de un comunicado a un organismo institucional de que las cosas estaban en orden.
Muy pocas personas saben hoy en Chivilcoy qué temas se tratan en el Concejo, e incluso se podría arriesgar que pocos conocen a, por lo menos el 50 por ciento de sus representantes.
En este punto las culpas son compartidas entre el oficialismo y la oposición, pues ésta, a pesar de estar en clara desventaja, no realiza ningún esfuerzo para contribuir al debate, al tratamiento de temas, o a la generación de otros mecanismos por los cuales puedan dar a conocer su postura y obligar a “poner en crisis” a este pobre sistema democrático que hoy sufrimos en Chivilcoy.
Al actual período de crecimiento hay que convertirlo en un período de desarrollo, pero ¿cuál es la diferencia? El desarrollo implica una mayor educación (no sólo escolar, sino ciudadana) y una mejor cultura democrática por parte de toda la ciudadanía, que eleve la calidad electoral.
En definitiva, las bases necesarias para que el crecimiento sea sostenido a través de las décadas y no se quede sólo en un simple empuje producto de la favorable coyuntura económico - política que para Chivilcoy representa el posicionamiento de varios de sus hombres en las esferas provincial y nacional.
En estos momentos se está generando un vacío de poder producto del desinterés del oficialismo por construir por fuera de su estructura partidaria y de la falta de ideas de la oposición, que será peligrosísimo para el futuro.
En esto tenemos que comprometernos todos: gobierno, partidos políticos, medios y ciudadanía en general. Pues una gran ciudad, no se construye solamente con cemento.