viernes, junio 08, 2007

Justamente...

Las cosas que no hacen falta hacer para honrar la profesión.



Agasajo del Ejecutivo chivilcoyano a los periodistas locales en su día. Honrar la profesión...


jueves, junio 07, 2007

7 de Junio: En el día del periodista, honrar la profesión

Apelando a una vieja y gastada frase, se puede decir que “el día del periodista son todos” y no nos equivocaríamos. Es que todos los que practicamos la profesión nos levantamos día a día “leyendo el mundo”, viéndolo desde una perspectiva analítica, pensando como periodistas desde el amanecer hasta el ocaso, así trabajemos diaria, semanal o mensualmente en los medios.
La profesión periodística, desvalorizada constantemente en nuestro país por casi la totalidad de la dirigencia política, se transformó en los últimos años en un trabajo de “parias”, supeditados siempre a la opinión o el reto de editores, empresarios mediáticos y políticos de todo partido, ideología y color.
Frente a este escenario, ¿qué se puede hacer honrar la profesión? En primer lugar habría que establecer una definición clara de nuestro objeto de trabajo, al que de alguna manera podríamos denominar “la realidad tal como se manifiesta”. ¿De qué modo lidiar con algo tan cambiante, amplio e impreciso? Si esperan que hable de objetividad, detengan aquí su lectura y pasen a otra cosa: esa categoría no existe.
Cualquier acceso a los datos, cualquier escritura de la noticia más simple que se quiera está contaminada por nuestra mirada; el hecho de publicar una noticia y no otra, y en esa noticia ciertos datos y no otros, ya habla de la inclusión de nuestra mirada sobre los hechos. Quebrado el mito de la objetividad, habría que replantear la postura del periodista frente a los hechos y encontrar un equilibrio entre el respeto a la fidelidad de los hechos y la subjetividad inevitable del periodista.
Esta tensión, que se ve cotidianamente en el proceso de producción de las noticias, se resolvería con un compromiso del periodista con el lector. Este compromiso se traduce en una objetividad subjetiva, en la que el profesional se remite a los hechos de la realidad (objetivo) a través de su propia mirada (subjetivo).
Otra manera de honrar la profesión es tomarla no sólo como un trabajo común y corriente, sino como un verdadero compromiso social por intermedio del cual damos cumplimiento al Derecho Humano a la Información, establecido por la Carta de la Naciones Unidas.
Esto, se logra solamente a través de una mirada crítica sobre la actualidad. “Criticar” algo no significa quejarse, sino más bien “ponerlo en crisis” a partir de preguntarse cosas y analizarlo profundamente.
Por eso, cuando leemos a algunos colegas que dicen que muchos periodistas “se quejan por quejar” vale la pena preguntarse que pasaría si se suprimiera esa actitud crítica: probablemente el periodismo no existiría.
Otros actores sociales que deberían hacer un esfuerzo por honrar la tarea del periodista son los políticos. Ellos, en lugar de brindar un desayuno en honor del profesional los 7 de junio a la mañana, deberían, todos los días, respetar nuestro trabajo y acepar que “metemos las narices en todos lados” para indagar sobre las mismas cosas que ellos repudiarían si fueran oposición.
Nuestro trabajo va más allá, tiene que ver con una indagación del mundo desde una postura propia: dejar de ser meros trabajadores de prensa para transformarnos en intelectuales transformativos (intelectuales entendido sólo como un sujeto que piensa críticamente, no como un “sabio omnipotente”).
La profesión periodística se honra día a día, entendiendo que pertenecer a este mundo implica miles de esfuerzos y más de una decepción. Así las cosas, sigue siendo, lejos, el mejor trabajo de todos.

martes, junio 05, 2007

Medios, mentiras y conspiración contra Venezuela

Esta nota fue publicada por la Agencia Periodística del Mercosur (APM) en su portal web www.prensamercosur.com.ar. Es interesante ver cuáles son los motivos de su autor, Victor Ducrot (un gran analista internacional) para apoyar la medida del presidente venezolano Hugo Chávez de no renovar la licencia de un canal privado, frente a tantas opiniones contrarias a este acto:

Los sectores hegemónicos venezolanos y de América Latina pretenden desestabilizar e incluso atentar contra Chávez. Comunicadores e intelectuales de todo el mundo desnudaron las maniobras mediáticas.
No debe provocar sorpresa. La derecha venezolana y los sectores hegemónicos en América Latina, auspiciados por el gobierno de Estados Unidos y las facciones políticas más recalcitrantes de la Unión Europea (UE), se lanzaron con furia contra la Revolución Bolivariana después de que el presidente Hugo Chávez, cumpliendo con la Constitución y las leyes de su país, denegara la renovación de la licencia al canal RCTV y advirtiera que tomará medidas contra los otros medios privados que convoquen a la violación del orden legal y pregonen el asesinato del primer mandatario, como por ejemplo lo viene haciendo la cadena Globovisión
Podría afirmarse que la medida gubernamental evidenció una situación que se mantiene latente en Venezuela: la confrontación creciente entre las grandes mayorías de la sociedad, que reiteradamente respaldan al gobierno en las urnas, y elementos de las clases sociales dominantes, manipuladoras con relativa eficacia de sectores medios, lamentablemente receptores de un discurso racista y antidemocrático.
¿Por qué la salida del aire de un canal de televisión despertó las iras de la derecha como si de una expropiación de bienes y propiedades se tratara? Porque de esa manera se les recorta la posibilidad de contar, en forma impune, con una maquinaria propagandística que les permite crear discursos convalidantes de sus privilegios, como si éstos fueran inmutables o de orden natural.
Durante las “Jornadas Internacionales: el derecho ciudadano a informar y a estar informado” y el V Encuentro de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad, eventos realizados la semana pasada en Caracas y Cochabamba (Bolivia) respectivamente, decenas de especialistas revisaron el papel que están cumpliendo las grandes corporaciones mediáticas para frenar los procesos de transformación política, defender gobiernos reaccionarios y desestabilizar proyectos democráticos de amplia base social, a la vez que articular un sistema complejo de mensajes gestadores de negocios y acumulación financiera y económica.
Es en ese sentido que, durante esas jornadas, se reclamó, entre otros puntos, que los medios deben dirigirse “a ciudadanos y no a consumidores”, para ponerle punto final a una matriz comunicacional que tanto vende jabones y teléfonos celulares como presidentes y programas de gobierno diseñados en los centros de elaboración estratégica del sistema corporativo transnacionalizado.
En el marco de ricas discusiones, en ambos foros se plantearon dos conceptos que en buena medida pueden resultar útiles para analizar la dialéctica “democracia y revolución – golpismo y privilegios de clase” que se registra en Venezuela.
Por un lado se afirmó que toda guerra comienza en los medios de comunicación y más específicamente en la campaña de mentiras que los mismos difunden a través de redes y circuitos globalizados. Por el otro, y recordando que los medios son eso, solamente medios, mientras que el único entero es el conjunto de la sociedad, se destacó que el poder de aquellos no es infalible: que la capacidad operativa y de éxito de los medios de comunicación es inversamente proporcional a las energías y logros que los movimientos sociales tengan en cuanto a dinámica y organización.
Sobre el escenario venezolano se despliegan todos los efectos de esa tención. Observatorios específicos –como el realizado en torno a la jornada electoral del 3 de diciembre último -, monitoreos y comprobaciones hechas sobre el comportamiento de los principales medios privados arrojaron como resultado que la campaña de mentiras contra el gobierno de Chávez no sólo es una constante local sino que se articula con los discursos emitidos desde el entramado corporativo – mediático internacional. En ese sentido, basta con seguir de cerca la campaña desinformativa que despliega las varias veces denunciada cadena CNN.
Sin embargo, ese mismo escenario sirve como ejemplo concreto de la capacidad de éxito relativo que tiene la manipulación mediática, pues la decisión de soberanía y democracia comunicacional adoptada por el gobierno de Chávez en el caso RCTV fue posible por el alto grado de movilización social de los más amplios sectores del pueblo venezolano, base desde la cual el presidente bolivariano pudo desplegar todo su coraje político.
Será entonces la organización y la movilización social la que pueda detener la dictadura mediática del grupo Televisa en México, del Grupo Clarín y otros menores en Argentina, país este en el que la sociedad es sometida a una realidad comunicacional tan reaccionaria y obscena que, por ejemplo, el fenómeno mundial del mercado televisivo llamado Gran Hermano llegó a incluir entre sus protagonistas a figuras de la farándula vinculadas a torturadores de la última dictadura militar, los que, dicho sea de paso, en su abrumadora mayoría aun gozan de total impunidad.
En Bolivia, otro de los países que están en la mira de las campañas de la mentira, ya se podía afirmar en 2005 que “el fenómeno de la desconfianza hacia los medios bien puede ser visto específicamente desde la construcción del discurso periodístico, en el que se advierte una tendencia casi constante, en los últimos años, a la criminalización de la protesta”, según explicaba por aquél entonces el libro “De enteros y medios de comunicación”, de Adalid Contreras Baspineiro, editado en La Paz por CEDLA.
Con la irrupción del gobierno transformador de Evo Morales, la corporación mediática se concentró en la generación de discursos descalificadores del presidente y tergiversadores de los acontecimientos sociales, económicos y políticos que se registran en el país del Altiplano. Esa tendencia se había impuesto ya, en forma descarnada, durante el proceso electoral que condujo a Morales a la primera magistratura, según se comprueba en los Observatorios que pueden consultarse en la página electrónica de APM.
Tales conductas de los medios hegemónicos en el plano simbólico se apoyan sobre una economía política con altos índices de concentración corporativa.
Así lo señalan los investigadores argentinos Guillermo Mastrini y Martín Becerra en el libro “Periodistas y Magnates: Estructura y concentración de las industrias culturales en América Latina” (Prometeo, Buenos Aires, 2006): “los procesos de concentración de medios – en esa región – no son nuevos ni desconocidos (…). En la década del ´90 se llevó a cabo un proceso de privatización que, con la excepción de Uruguay, determinó que el conjunto de las empresas de telecomunicaciones pasaran a estar controladas por capitales privados, en muchos casos extranjeros (…), oligopolios privados”.
“En prácticamente la totalidad de las industrias analizadas y en casi todos los países, la suma de los cuatro primeros operadores – de medios de comunicación – supera el 50 por ciento del mercado. Esta cifra puede ser ponderada si se contempla que en la industria farmacéutica, que tradicionalmente manifiesta una propensión marcada a la concentración y al dominio de pocas firmas, los cinco actores del mercado mundial acaparan el 20,6 por ciento de la producción de unidades y el 24,5 por ciento de la facturación, en tanto que los 10 primeros grupos controlan el 34 por ciento de la producción y el 40,3 por ciento de la facturación”, concluye el trabajo de los investigadores argentinos.
El trabajo de Mastrini y Becerra incluye los casos de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú, Uruguay y Venezuela.
En hora buena entonces las iniciativas surgidas durante el V Encuentro de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad, realizado la semana pasada en Cochabamba. En ese sentido se aprobó la creación de un Tribunal que siga y desnude la estrategia de mentiras llevada adelante en el marco de la guerra mediática desatada por el campo hegemónico.
Además, y como iniciativa surgida de una de las cuatro mesas en las que se dividió el desarrollo de esas jornadas, se pusieron en marcha las labores de un grupo propulsor –integrado por especialistas de América Latina y Europa-, tendiente al establecimiento de un Observatorio de Medios, el que, con una metodología específica y sobre casos concretos, no sólo podrá proveerle materiales de análisis al Tribunal sino que también estará en condiciones de demostrar, con ejemplos puntuales cómo en cada escenario se manifiestan las agresiones comunicacionales de la corporación mediática transnacionalizada.