lunes, septiembre 24, 2007

Una brecha que crece *

El cierre de listas ocurrido la semana pasada para las elecciones generales de octubre desnuda nuevamente la perversidad del sistema “pseudodemocrático” en el que vivimos: sin tapujos, sin vergüenza de dejar en evidencia lo que se sospecha desde hace muchos años, los representantes (o, en este caso, dueños) de los diferentes partidos políticos manejaron los tiempos hasta el límite, negociando secretamente a quien incluir y a quien dejar afuera de las listas a diputados nacionales y provinciales, puestos muy deseados por cierto, a pesar de que muchos políticos no se cansan de afirmar que su tarea es “muy sacrificada”.
El sectarismo demostrado en los últimos días, que supera a las ya conocidas negociaciones de cierre de listas, ensancha aún más la distancia que existe entre representantes y representados; es decir, entre clase política y ciudadanía, entre punteros profesionales y “la gente de a pie” y pone a los primeros en una situación de hegemonización de los canales democráticos de representación, vedados absolutamente para el resto de la población.
Un sistema democrático, en teoría, es el gobierno de las mayorías. Si tenemos en cuenta que los partidos políticos son la unidad básica de nuestro sistema democrático (sólo estas asociaciones tienen permitido presentar candidatos) y que en cada uno de ellos los candidatos se definieron secretamente entre cinco personas, la teoría se cae a pedazos y emerge una nueva concepción: la partidocracia, el gobierno de pocos, poquísimos sobre una mayoría expectante.
Esta es la situación en la que nos encontramos hoy, obligados a elegir entre algo más de una decena de propuestas pergeñadas por no más de cien personas para más de 36 millones.
También es difícil de creer en la preparación de aquellos “favorecidos” que a última hora se enteraron que iban a competir por un lugar en las listas. ¿Tienen alguna propuesta para mostrar? ¿Cómo prepararse en menos de 50 días para llevar adelante una tarea tan importante como legislar? ¿Tenían una propuesta para cada “puesto” que el dueño del partido estuviera decidido a ofrecerles: uno por si se era legislador nacional, otro para provincial, y otro para intendente o concejal? ¿O las cosas se van decidiendo de acuerdo a lo que surja? Me inclino por la última opción.
Otra práctica que se ha puesto de moda tras diciembre de 2001 es la de afirmar que no se va a hacer campaña y demorar por ello la publicidad de los nombres de los candidatos. En este caso, tras un objetivo aparentemente noble (“la gente está cansado de que vivamos en campaña”, dicen) se esconde otra práctica perversa: evitar que los ciudadanos conozcan en un tiempo prudencial entre quienes deberán elegir, que escuchen que piensan y analicen si les interesa que los representen.
Efectivamente la opinión pública está cansada de ver a la clase política de campaña en campaña, pero bien se podría dar a conocer los nombres de los candidatos a la población sin por ello iniciar una carrera proselitista, carrera que, aunque oculta, se desarrolla desde mucho tiempo antes.
Por último, cabe una pequeña reflexión para el oficialismo: que el Frente para la Victoria no tenga una sede fija, no implica que deban usar la Casa de Gobierno, que pertenece a todos los argentinos, para cerrar las listas de su agrupación, que sólo representa a una facción de la sociedad.
Tantos atropellos hacen como mínimo dudar de llamar “democracia” a este sistema en el que vivimos. O por lo menos, hace pensar más de una vez en llamar “representantes” a aquellos que resultan ganadores de una elección. Practicar la democracia no implica solamente concurrir a las urnas cada dos años, implica participar más activamente en las decisiones que afectan al conjunto de la sociedad, implica conocer perfectamente a quienes van a representarnos, implica un proceso de elección de candidatos más transparente por parte de los partidos políticos. Sino, o los forjadores de nuestras instituciones estaban equivocados, o llamamos democracia a algo que simplemente no existe.

(*) Publicado por José Giménez en la edición del domingo 17 de septiembre del Diario La Razón de Chivilcoy