sábado, diciembre 22, 2007

Sobre críticas e intolerancias

En las últimas semanas han sido publicados en el Diario La Razón de Chivilcoy artículos muy interesantes respecto de la visión de sus autores sobre la situación institucional del país y la ciudad.
Al margen de que a muchos les pueda caer mal ver plasmadas ideas que son contrarias a sus convicciones o conveniencias, es muy satisfactorio poder encontrar en estas páginas las opiniones de personas que han elegido persistir en su pensamiento a pesar de todo.
Lamentablemente para algunos, la función del periodismo siempre va a ser esa: encontrar las fallas del sistema político-social y denunciarlas. Es por eso que resulta muy grato abrir estas páginas y encontrarse con opiniones que ponen en dudas lo que otros aplauden obsecuentemente.
Por otro lado, también es gratificante darse cuenta de que no se ha caído en el ataque fácil, en la crítica por la crítica misma, sino que se ha tratado de reflexionar seriamente y con fundamentos de problemas concretos de la sociedad.
Se ha abandonado el comentario malicioso y la puteada sin fundamento, para avanzar hacia una reflexión sobre la calidad institucional de nuestra ciudad, en épocas que las partidas millonarias del gobierno provincial harían callar a cualquiera.
La coyuntura actual nos lleva muchas veces a perder de vista algunas cosas que sin lugar a dudas son cuestionables, embarcados como estamos en el exitismo económico del modelo sojero.
Pero es justamente en estos momentos donde más firmemente debemos exigir que se respete el estado de derecho, que no se incurra en atropellos a las leyes y se mejore la calidad de nuestros gobernantes, pues ya no media ninguna excusa económica para justificar ciertas “excepciones” a las reglas.
Más allá de lo que puede realizarse en materia económica, este gobierno (tanto a nivel nacional como local) ha atropellado sistemáticamente las instituciones, actuando con un autoritarismo que pocas veces se ha visto en épocas de democracia.
El manoseo al que ha sido expuesto el Poder Legislativo, en los papeles el más directo representante del pueblo, el manejo indiscreto de fondos públicos, el dirigismo político al que están sometidos gobernadores e intendentes, nos hace pensar que aún queda mucho por decir, mucho por escribir, y que mientras la clase política persista en estas prácticas, tendremos razones suficientes para llenar una columna todos los domingos.
Quienes se “enojan” con nuestras posiciones deberían aprender a responder de la misma manera, exponiendo hechos, razones y argumentos para expresar sus ideas, sin menospreciar el pensamiento de los demás. Me es difícil creer que luego de 24 años de democracia todavía exista tamaña intolerancia contra el que opina distinto.
Por otro lado, y sin entrar en muchos detalles, aquellos que creen estar siempre “del lado correcto”, consideran que tal lugar se encuentra invariablemente cerca del poder. Los que en los 90 aplaudieron las medidas económicas de Menem (quien en su paso por Chivilcoy dejó muy lindas fotos con sus adherentes), hoy son los kirchneristas de la primera hora, y mañana lo serán del jefe de turno, le toque a quien le toque, se llame Carrió, López Murphy o Macri.
Ante este camaleonismo político-intelectual, no creo que exista otra salida que ponerse, siempre, en la vereda de enfrente, del lado de “la gente común”, de “los héroes de la vida cotidiana”, quienes se encuentran ajenos a los turbios manejos políticos.
Criticar no es simplemente sentarse a ver los defectos del otro. Criticar es “poner en crisis” un sistema de pensamiento, pero una crítica bien fundamentada lleva implícito una visión del mundo, una manera de hacer las cosas, que quienes quieran verla, la verán.
Por eso, sigamos pensando… y perdón y gracias.