miércoles, marzo 12, 2008

¿Y la inflación? Bien, gracias

Las innumerables vergüenzas que se generaron en torno a la medición de la inflación por parte del inefable INDEC tienen por estos días una gran ausente: la inflación.
Sí, aunque cueste creerlo, nadie habla del problema, y siempre los temas se desplazan hacia otras regiones que, aunque lindantes, no tienen nada que ver.
Parece como si los argentinos tuviéramos esa increíble capacidad de olvidar todo, de discutir sobre cualquier cosa sin pensar en la cuestión de fondo, de banalizar los temas hasta el paroxismo y quitarle su verdadero espesor para dar lugar a la cáscara, a simples migajas sin importancia.
No es muy coherente criticar a la presidenta porque en su discurso de inauguración de las sesiones ordinarísimas de la legislatura no menciona la inflación, cuando casi ninguno de los actores políticos lo hace en su actividad cotidiana.
¿Pero qué significa esto? ¿Los medios no hablan de la inflación? ¿Los opositores no dedican horas y horas a ese tema? Aunque parezca mentira, no.
Lo que medios y opositores discuten es la veracidad de las nuevas metodologías de medición, los affaires del rasputinezco secretario de Comercio Exterior con el ministro de Economía, y la inclusión o no del problema en los discursos de la presidenta, feliz por no oír de la boca de nadie ese maldito tema.
Cuando salen los índices discutimos el número, decimos “según el INDEC”, pero nadie seriamente presenta otra alternativa, otros números más veraces, sino que el discurso mediático se limita a protestar por lo que hay y nada más.
Material para avanzar sobra: en lugar de decir “el INDEC dice que la inflación es 0,5, pero otra cosa es la inflación de los supermercados”, se debería mostrar cuál es la inflación de los supermercados, consultar a las asociaciones de consumidores y presentar un verdadero informe.
La inflación no es sólo el número que presenta el INDEC, ni los aprietes de Moreno. Menos, el papel del gobierno en el tema.
La inflación representa el avance de la distribución desigual de la riqueza que se manifiesta desde mediados de los 70, la baja del salario real por más 20 por ciento de aumento que se otorgue, el derrumbe del poder adquisitivo de las familias más humildes.
Pero también hay otros detalles técnicos, que no son tan inocentes como el simple ocultamiento de un número: a más inflación, más valor de la canasta básica y mayor el número de pobres e indigentes; a más inflación, menor valor de los bonos argentinos en el exterior, por eso del olvidado “riesgo país”, y la confianza de los inversores en Argentina.
Todos estos problemas se esconden tras un frío número que no nos dice nada, y sucesivas y estériles discusiones vacías que desvián el punto de la polémica.
Como señaló Jean Baudrillard, “a más información, menos sentido, menos significado tienen para nosotros los acontecimientos”. Es decir, estar enterados de todo, ser apabullados por una catarata informativa, significa no entender nada.
“Cuando los problemas parecen irresolubles y los responsables incapaces, se nos ofrece la compensación de una información tan intensa, inmediata y frecuente que crea la ilusión de estar participando”, dice, por su parte, García Canclini.
El gobierno contento. Y la inflación. Bien, gracias.