lunes, noviembre 19, 2007

Mi vecino el actor

Desde hace diez años se desarrolla en Saladillo un fenómeno singular: la realización de películas protagonizadas por los propios vecinos. Fabio Junco, uno de los promotores del proyecto, nos cuenta los detalles de esta experiencia.



Fabio Junco y Julio Midú son dos saladillenses a los que les va bastante bien en Capital Federal, ambos trabajan en medios de comunicación importantes. Su presente y su futuro parecen estar lejos de su ciudad natal, pero esa costumbre de volver siempre a los orígenes los lleva a regresar cada fin de semana para encontrarse con sus vecinos y dedicarse a un hobbie poco común.
Desde 1999 llevan adelante la producción de películas en que las estrellas son sus propios vecinos. Grandes y chicos le ponen el rostro a los personajes de historias que ellos mismos escriben, dirigen y editan y que luego son proyectadas en el Cine Marconi de Saladillo.
En esa misma ciudad, ultimando los detalles del 4º Festival Nacional de Cine con Vecinos que se desarrollará entre el 4 y el 8 de diciembre próximo, Fabio hace un repaso por los orígenes, el presente y el futuro de una experiencia que no duda en calificar de “eterna”.
“Quien abrió el surco fue Julio, quien a los 19 años, con el mismo bajo presupuesto y con la participación de vecinos empezó a hacer telenovelas, un rubro bastante difícil por la continuidad narrativa que requiere. Yo me sumé cinco años después, con el circo ya armado, y para hace películas, que era lo mismo, pero con un formato narrativo diferente”.

¿Qué sensaciones les produce participar de esta experiencia?

La alegría de los protagonistas y sus familiares por verse en la pantalla grande es el premio a lo que hacemos, es casi la única paga. Ahora se sumaron algunas más, que tiene que ver con la participación de festivales en el exterior.
Cuando estamos filmando alguna película ya nos preguntan a dónde pensamos ir a presentarla. Son nuevas condiciones, que no estaban pensadas en los orígenes del proyecto. Nosotros pensábamos hacer la película, proyectarla en el Cine Marconi y terminar el ciclo con una presentación en el canal local. Ahora en cada película que hacemos, implícitamente pensamos adonde va a ir, y eso es importante para el crecimiento.

¿Cómo ha evolucionado la experiencia desde el primer año hasta hoy?
En la cuestión formal del rodaje ha crecido muchísimo. Porque la mayoría de los vecinos tienen ahora una conciencia de los tiempos de filmación, de aprovechamiento de la jornada, de trabajar con un rigor que nos permite filmar rápido y tener la película en 30 días.
Esos plazos al principio eran más dilatables. Antes era un juego neto, ahora sigue siendo un juego, pero con ciertos ribetes de profesionalismo. Y son cosas que se ganan y se pierden, tenemos ventajas y desventajas. Por ahí perdimos la inocencia de los primeros rodajes pero también sabemos que los frutos de ahora son muchísimos mejores.

¿Con qué se encuentran cada vez que vuelven a Saladillo?

Con Julio estamos de lunes a viernes en Buenos Aires, y cuando volvemos nos encontramos trabajando con los amigos de la infancia. Esa es una relación difícil de describir, peor es única, porque no es lo mismo que estar filmando en Buenos Aires con actores, donde la situación pasa por otro lado. Esto para nosotros es eterno, no vemos por qué dejar de hacerlo.

Una extensa filmografía

Desde 1999 los vecinos de Saladillo filmaron 18 largometrajes, un promedio de dos por año. Al principio se proyectaban sólo en el cine local, pero con el correr de los años, y gracias a la difusión internacional que tuvo esta idea, muchas películas participaron como invitadas en importantes festivales de todo el mundo.
Algunos de sus títulos se exhibieron en los festivales de Toulouse; París (en la Semana de Cine Argentino); Mar del Plata Internacional; Piriápolis (Uruguay); Santa Cruz de la Sierra (Bolivia); Mar del Plata Independiente (Marfici); y Cuba (Festival Internacional de "Cine Pobre”), entre otros.

¿Qué premios han recibido en estos festivales?

En realidad, premios no recibimos porque nuestras producciones siempre van colgadas de secciones paralelas o de alguna muestra particular. No están a la altura de competir con una película de fílmico, entonces no participan de premios. Para nosotros la citación ya es un premio. De hecho, un día después del Festival en Saladillo viajamos a Ecuador, donde nos invitaron a mostrar tres películas y a dar una clínica donde vamos a explicar cómo desarrollar películas de bajo presupuesto.
Ese es el chiste de todo este proceso: la difusión en los medios internacionales de nuestro trabajo va generando un efecto de contagio. Y en todos lados se está viendo que con una cámara simple se puede filmar una película.

Ustedes han logrado algo muy difícil: construir colectivamente un proyecto que incluya a todos los vecinos en un proyecto propio…

Este año le pusimos al festival un lema: “la diversidad cultural de un cine propio”, y esa es una frase muy linda que muchas veces se declama y se estudia en las universidades, pero que es muy difícil llevarla a la práctica y sostenerla en el tiempo. Y en Saladillo hace diez años que venimos haciendo esto.

¿Qué proyectos tienen para el año que viene?

En enero tenemos que cerrar un documental que empezamos este año sobre Augusto Cicaré, un saladillense de 70 años que construye helicópteros. En febrero tenemos un rodaje en un campo sobre un guión que está escribiendo Julio y la idea es hacer en marzo o abril otra película, una comedia negra que estoy terminando de escribir.



Festival con vecinos


Como desde hace cuatro años, Saladillo se prepara para recibir a directores y vecinos de todo el país que competirán en el 4º Festival de Cine con Vecinos, otra experiencia impulsada por Fabio y Julio.
Este año participarán películas realizadas en Córdoba, Corrientes, Salta, Buenos Aires, Río Negro e incluso una cuya trama transcurre en Nueva York, lo que demuestra cómo se ha extendido el fenómeno.
Frente a este panorama, Fabio Junco reconoce que “en estos años ha crecido el festival, no solo por la organización, sino porque participan cada vez más ciudades de Argentina donde están produciendo películas en vídeo, de bajo presupuesto y en la que actúan los vecinos o los actores vocacionales, y eventualmente algún actor conocido que se aproxima al proyecto para colaborar”.

¿Qué características tendrá este festival?

Este año recibimos 43 películas de todo el país y hubo una selección en la que quedaron ocho para competir y ocho para la sección muestra.
Esta oportunidad ha sido muy interesante porque la sección Competencia va a tener un jurado muy interesante, compuesto por Leonardo Di Césare, Aníbal Di Salvo, Pablo José Meza, Lorena Muñoz, Lucía Puenzo y Fernando Spiner, que son seis realizadores argentinos reconocidos y premiados que gentilmente van a examinar estas películas y van a premiar a las mejores.

Actividades previstas

El Festival va a estar dividido en dos partes: por la mañana se brindarán charlas, seminarios y una clínica de producción a cargo de dos productores importantes, que van a explicar cómo presentarse ante el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) para pedirle un subsidio para la realización de producciones.
También va a haber charlas sobre guión, área digital y montaje a cargo de reconocidos montajistas.
Por la tarde está prevista la proyección de las 16 películas, comenzando el martes 4 de diciembre con la presentación de “El último mandado”, la última película de Junco y Midú, seguida de un homenaje a los vecinos que participaron de este proyecto. Luego se presentarán todas las películas participantes, con funciones a las 17, 19, 21 y 23 horas en el Cine Marconi.
El cierre será el sábado 8 de diciembre, con la proyección de un documental en el que se refleja la experiencia de estos diez años: se pasarán tramos de las 18 películas y entrevistas a los vecinos.

Más información en la página web www.cinedevecinos.com.ar

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