lunes, septiembre 10, 2007

El periodismo es compromiso social

Se puede decir que soy nuevo en la profesión, pues sólo hace seis años que decidí embarcarme en el camino del periodismo. Por eso, pido permiso en estas líneas para brindar mi visión sobre lo que considero el verdadero rol del periodista en la actualidad.
Contrario a los que consideran que se debe mantener a rajatabla la supuesta “objetividad” del periodista, soy de los que creen que esta tarea es imposible puesto que estamos hablando de seres humanos con una historia y una visión del mundo asentada, probablemente, desde mucho tiempo antes de trabajar en la profesión.
Esta subjetividad que pretende ser escondida se evidencia en hechos tan simples como la decisión de publicar una noticia y no otra, de incluir unos datos y dejar fuera otros por considerarlos intrascendentes, de entrevistar a ciertas personas, etc.
Por ello creo que quienes insisten en que el periodismo debe ser objetivo no hacen más que esconder sus propios intereses (corporativos o personales) tras el débil velo de la objetividad, intereses que no resistirían el más mínimo análisis.
Ante esta situación, lo más honesto que podemos hacer como periodistas es sincerarnos acerca de nuestra visión del mundo y trabajar en consecuencia. De esta manera, seríamos completamente honestos con quienes confían en nosotros para informarse, y no deberíamos recibir ningún tipo de reproches acerca de nuestros pensamientos, pues todos los conocerían de antemano.
En la actualidad el ejercicio de nuestra profesión no requiere espectadores externos a los sucesos, sino profesionales comprometidos con la realidad social, dispuestos a mostrar las injusticias de una sociedad cada vez más excluyente.
De esta manera, no estaríamos haciendo más que revalorizar el papel de “fiscal de los gobiernos” que cumplió históricamente el periodismo, necesidad imperiosa en nuestros días y en nuestro país, en donde la relación entre representantes y representados se torna cada vez más lejana.
Así romperíamos también con la imagen de público que configura la tradición “objetivista” del periodismo: un público que no participa para nada de los procesos sociales y se limita a recibir pasivamente las informaciones que otros elaboraron para ellos.
Hacer periodismo significa asumir un compromiso social, fundamentalmente frente a esa masa de población que solemos denominar “opinión pública”. A ellos debemos informar sobre lo que sucede en el mundo, sobre la marcha de la cosa pública, pues son ellos, y no los políticos que coyunturalmente ocupan el poder, los verdaderos componentes de las instituciones políticas: para quienes fueron creadas y por quienes (en teoría) deberían funcionar. Ellos son también los principales perjudicados cuando un gobernante “se desvía” de su misión.
Probablemente al cumplir esta tarea seamos resistidos por la mayoría de la clase política, y debamos soportar recibir todo tipo de sermones y motes (a principios de siglo, en Estados Unidos, el presidente Teodoro Roosevelt denominó a los periodistas que descubrieron diversos casos de corrupción “Muckrakers”, recogedores de estiércol).
Para ilustrar mejor el espíritu del tipo de periodismo al que hago referencia, quería dejar las que probablemente fueron las últimas líneas periodísticas de Rodolfo Walsh, que concluían la famosa “Carta Abierta” a la Junta Militar en 1977: “escribo estas líneas sin la esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace muchos años de dar testimonio en momentos difíciles”.

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